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Por: Mundo en Conflicto
Las severas inundaciones que azotan el sur de Brasil han desencadenado una crisis humanitaria sin precedentes, con un número creciente de víctimas y comunidades afectadas por la furia de las aguas. Según el último informe de la Defensa Civil, el saldo de la catástrofe ha alcanzado cifras desgarradoras: 148 personas han perdido la vida, 127 aún se encuentran desaparecidas y otras 806 han resultado heridas en medio de la devastación.
La región más afectada es Río Grande do Sul, estado que comparte frontera con Argentina y Uruguay. Aquí, la tragedia climática ha cobrado la vida de al menos 147 personas, dejando un rastro de destrucción en 447 de los 497 municipios. En este próspero estado, más de 2 millones de habitantes, equivalente al 18,8% de su población total, se han visto afectados por las catastróficas inundaciones.
El despliegue de recursos humanos y logísticos para las tareas de rescate ha sido monumental. Con la participación de 27.651 bomberos, militares y policías, respaldados por 4.405 vehículos, 41 aeronaves y 340 embarcaciones, se ha logrado rescatar a 76.470 personas y 10.814 animales hasta el momento. Sin embargo, la magnitud del desastre aún representa un desafío abrumador.
La situación se agrava con la previsión de nuevas tormentas en los próximos días, lo que podría exacerbar la crisis actual. Las lluvias intensas registradas desde el domingo han elevado nuevamente el nivel de los ríos, incluido el Guaíba, que amenaza con alcanzar niveles históricos si las precipitaciones continúan.
El llamado a la solidaridad y la ayuda humanitaria se hace urgente en medio de esta tragedia sin precedentes. La reconstrucción de comunidades devastadas y la atención a los miles de desplazados requerirán de un esfuerzo conjunto a nivel local, nacional e internacional. Mientras tanto, el sur de Brasil enfrenta una dura prueba de resiliencia frente a una catástrofe natural que ha dejado una profunda marca de dolor y destrucción.