Por: Mundo en Conflicto

Una multitud llenó las calles de las principales ciudades de Colombia en una protesta contra el gobierno de Gustavo Petro. Se estima que al menos medio millón de personas participaron en esta manifestación, marcando uno de los mayores desafíos que enfrenta el gobierno desde su llegada al poder hace veinte meses.

La diversidad de los manifestantes reflejaba la amplia oposición que enfrenta Petro. Desde organizaciones médicas hasta fuerzas políticas de centro e incluso antiguos aliados de izquierda se unieron para expresar su rechazo a diversas políticas gubernamentales. Entre los puntos de discordia se encuentran los proyectos para estatizar el servicio de salud, la propuesta de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente y las negociaciones de paz con grupos armados.

Martha Estrada, una pensionada de 64 años, compartió su decepción: "Voté por el cambio, por Petro, pero las cosas siguen igual. Estoy marchando porque todavía tengo esperanza en Colombia".

La lluvia no disuadió a los manifestantes en la capital, donde decenas de miles se congregaron en la Plaza de Bolívar, frente a la sede presidencial. La magnitud de la protesta sorprendió incluso al propio Petro, cuya popularidad ha ido en declive, con un 60% de desaprobación según la encuestadora Invamer.

En otras ciudades como Cali, Medellín y Barranquilla, los manifestantes se sumaron con banderas de Colombia y camisetas blancas, coreando un clamor unánime: "¡Fuera Petro!".

Aunque las cifras oficiales indican una participación masiva en todo el país, Petro cuestionó estas cifras, sugiriendo que algunas concentraciones fueron "débiles" y acusando a los manifestantes de buscar derrocar su gobierno mediante un "golpe blando".

La protesta también abordó preocupaciones sobre la inseguridad y la violencia en el país, así como la gestión de la crisis hídrica que afecta a más de 10 millones de personas en Bogotá. El presidente respondió ordenando medidas para enfrentar la crisis del agua, pero algunos críticos interpretaron estas acciones como un intento de desalentar las protestas.

En medio de este descontento generalizado y desafiante, el gobierno de Petro enfrenta un momento crítico que podría tener repercusiones significativas en el futuro político del país.