Por: Mundo en Conflicto

La presidenta de Perú, Dina Boluarte, se encuentra en el ojo del huracán luego de enfrentar acusaciones de posesión no declarada de relojes y joyas de lujo. El caso, denominado Rolexgate, ha desatado un terremoto político en el país sudamericano.

En una sesión ante la fiscalía el pasado viernes, Boluarte defendió su inocencia argumentando que los relojes Rolex en cuestión pertenecían a un amigo cercano, quien se los había prestado. Sin embargo, las imágenes difundidas por diversos medios muestran a la mandataria luciendo estos ostentosos accesorios.

La comparecencia de Boluarte ante la fiscalía, que se prolongó por más de cinco horas, concluyó con la retirada de la presidenta sin hacer declaraciones a la prensa. Horas después, emitió un comunicado reiterando su versión y asegurando que ya había devuelto los objetos a su dueño.

El fiscal general, Juan Carlos Villena, encabezó el interrogatorio a Boluarte, solicitando detalles sobre la procedencia de los objetos de valor no declarados y los cuantiosos depósitos bancarios registrados durante su gestión como ministra.

El escándalo ha dividido a la opinión pública peruana, con partidarios y detractores congregándose frente a la fiscalía. Mientras algunos expresaban su solidaridad con Boluarte, otros exigían respuestas contundentes y la responsabilidad por las acusaciones.

Además de los relojes Rolex, la fiscalía investiga la posesión de una pulsera Cartier valorada en 56.000 dólares y otras joyas utilizadas por Boluarte en eventos oficiales.

Estos no son los primeros desafíos para Boluarte desde que asumió la presidencia en diciembre de 2022 tras la destitución de su predecesor. Anteriormente, enfrentó investigaciones por su presunta implicación en incidentes durante protestas sociales.

Con la popularidad de Boluarte en mínimos históricos, el escándalo ha agitado aún más la ya frágil estabilidad política del país. Mientras tanto, la fiscalía continúa con su investigación, dejando a Perú en vilo ante el futuro de su gobierno.