Por: Mundo en Conflicto

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, brindó este sábado su primera declaración pública tras la muerte del líder de Hizbulá, Hasán Nasrala, asesinado el pasado viernes en Beirut. En un mensaje en video, el mandatario calificó el hecho como un avance significativo, pero advirtió que la operación no ha terminado.

“Conseguimos grandes logros, pero el trabajo aún no está completo. En los próximos días enfrentaremos desafíos importantes y los enfrentaremos juntos”, aseguró Netanyahu, dando a entender que la situación en la región sigue siendo tensa y que las acciones militares continuarán.

El jefe de Estado israelí confirmó que fue él quien dio la orden de llevar a cabo el ataque aéreo sobre la sede central de Hizbulá, ubicada en los suburbios del sur de Beirut. Netanyahu explicó que la eliminación de Nasrala era “una condición necesaria” para garantizar la seguridad del norte de Israel y para modificar el equilibrio de poder en la región a largo plazo. 

“Mientras Nasrala viviera, restauraría rápidamente las capacidades que le habíamos quitado a Hizbulá. Por eso di la directiva, y ahora Nasrala ya no está con nosotros”, detalló el primer ministro.

Un llamado a la unidad

El discurso de Netanyahu, además de reflejar la satisfacción por los resultados obtenidos hasta ahora, incluyó un fuerte llamado a la unidad del pueblo israelí. En su mensaje, agradeció a las fuerzas aéreas, el Ministerio de Defensa y los servicios de inteligencia por su papel en la operación, y describió a los ciudadanos de Israel como un “pueblo unido y poderoso, decidido a asegurar su existencia y su futuro”.

“No hay lugar en Irán o en Medio Oriente al que no llegue el largo brazo de Israel, y hoy ya se sabe cuán cierto es eso”, advirtió Netanyahu, sugiriendo que la ofensiva israelí podría extenderse a otros objetivos en la región.

Una escalada de violencia sin precedentes

Desde el pasado 17 de septiembre, Israel ha intensificado sus ataques contra el Líbano, lanzando una serie de operaciones militares sin precedentes. La ofensiva comenzó con dos oleadas de explosiones que destruyeron miles de dispositivos de comunicación en manos de Hizbulá y un bombardeo masivo sobre los altos mandos de la organización, ubicados en las afueras de la capital libanesa.

La campaña aérea en curso ha dejado un saldo trágico: más de mil muertos y al menos 6.000 heridos en apenas diez días, según informó el ministro de Salud Pública del Líbano, Firas Abiad, en una conferencia de prensa reciente. 

Mientras el conflicto sigue escalando, la comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos en Medio Oriente, temiendo que la región entre en una nueva etapa de inestabilidad y enfrentamientos.

El impacto en la región

La muerte de Nasrala marca un punto de inflexión en el conflicto entre Israel y Hizbulá, pero también abre una incógnita sobre el futuro de la organización libanesa y su capacidad de respuesta. Con su líder eliminado y gran parte de su infraestructura militar dañada, Hizbulá podría verse obligada a replegarse o, por el contrario, optar por una escalada en sus ataques.

Por su parte, Israel ha dejado claro que no bajará la guardia. Netanyahu ha advertido que las operaciones continuarán hasta que consideren que la amenaza ha sido neutralizada de forma definitiva.

Mientras tanto, el Líbano enfrenta una crisis humanitaria cada vez más profunda, con un sistema de salud colapsado y miles de desplazados a raíz de los bombardeos. La situación se agrava día a día, sin que parezca haber una solución a la vista.